Celebramos al equipo de Médicos de Italia
Se dice fácil, pero son QUINCE años consecutivos. Coordinados por el Dr. Massimo Foglia, cada año un equipo conformado por médicos especialistas y enfermeras procedentes de Italia, realizan un viaje “maratónico” para realizar una campaña “maratónica” de Ginecología y Urología en este Hospital de Altamirano Chiapas, en México.
Con varios meses de anticipación, se programan las fechas y son muchas las personas interesadas en consultar y de ser necesario someterse a procedimientos quirúrgicos para recobrar la salud. Se elabora el listado, y al inicio de la Campaña, la consulta externa luce a tope.
Los médicos llegan con mucho entusiasmo y sensibilidad respecto a la importancia de su labor. El cansancio del viaje y desajuste por cambio de horario pasan a segundo plano. Su gran corazón, su profesionalismo, su generosidad destacan por encima de todo, y así lo demuestran a lo largo de las dos semanas que dura la Campaña.
Este año fue especial. Quisimos de algún modo agradecer por estos quince años de servicio desinteresado a los hermanos principalmente indígenas de la región. Así se los hicimos saber, con el fin de disponer de un tiempo dedicado a ellos.
El domingo 11 de marzo ppdo. fue la fecha elegida. Las Hermanas, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, organizaron cada detalle. No fue posible hacer invitación abierta, por las multitudes que esto generaría, ¡tantas personas agradecidas con ellos! Pero hubo buena representación.
Al medio día, iniciamos celebrando la vida con una Eucaristía preparada para la ocasión y presidida por el P. Alejandro, Párroco de Altamirano. Los festejados e invitados muy puntualmente estuvieron dispuestos para participar con gran respeto y devoción. El coro de la comunidad de Chalam entonó los cantos litúrgicos a ritmo y con instrumentos de mariachi.
Concluida la Eucaristía, pasamos todos al comedor de los médicos, especialmente decorado para la ocasión, para continuar con una sencilla ceremonia de agradecimiento por su valiosa presencia periódica a lo largo de quince años. En la mesa principal, los homenajeados y sus invitados.
Sor Genoveva puso gran esmero para coordinar al personal que en distintas lenguas de la región, y elegantemente ataviados con su traje tzeltal, tojolabal, tzotzil o chol, dieron gracias a los médicos en nombre de todos sus hermanos que han sido por ellos atendidos e intervenidos. También preparó un video al ritmo de marimba en el que presentó distintos momentos, espacios y personas participantes en esta apreciada y trascendente campaña anual. Estuvo presente el recuerdo de Sor Ana Baca (q.e.p.d.), especialmente apreciada por estos queridos médicos.
Una placa conmemorativa de gratitud, en nombre de todos, les fue entregada.
Sor Adela les dirigió entonces las siguientes palabras: “Lo que voy a decir no es mucho. Se que decir quince años de servicio a los pobres en este hospital no se puede decir de una manera fácil. Lo que intentamos era unir un poco el cielo a la tierra: el cielo porque nosotros sabemos que allí está nuestro Padre Dios y también sabemos que allí está Sor Ani que en el corazón del equipo está muy fuertemente arraigada. Lo del cielo se lo dejamos a Dios, Él sabe cómo va a premiar. En alguna ocasión un enfermo que iba a partir y que sabía que iba a morir dijo: “cuando llegue con Dios, le voy a hablar a Dios de ti”. Eso dijo a una de nosotras. Ahora yo pienso que todos los enfermos que han recibido la salud se encargarán de decirle a Dios, y hablarle de cada uno de ustedes. Por eso lo del cielo se lo dejamos a Dios. ¿ustedes están comprendiendo lo que quiero decir? Bueno… aquí en la tierra hemos intentado buscar cosas significativas porque decir gracias en nombre de enfermos que han sido favorecidos y curados durante quince años era muy difícil. Está una pequeña representación en cada una de las chicas que trabajan aquí en este hospital, son nuestras traductoras, nuestras enfermeras, y también nos ayudan a poder estar cerca de los enfermos. Entonces, en la representación de cada uno de sus grupos, nosotros les decimos “gracias”. Pienso que muchos, muchos… si nosotros hubiésemos avisado en la selva y en las comunidades que íbamos a celebrarles, hubieran deseado venir, difícil para ellos, difícil para nosotros. Entonces tenemos dos grupos sumamente importantes y representativos: el grupo de La Florida, quien preparó los cantos de la misa, que vino a cantar, es nuestro grupo tzeltal, que cantan muy bello y que con sus voces y sus instrumentos quisieron representar a todos nuestros grupos y a todos nuestros enfermos. Y luego tenemos allí una marimba que es de nuestros grupos de más allá de la selva y que sería difícil traer de lugares muy lejos, nos van a deleitar mientras nosotros comemos. Ellos nos representan a las comunidades más alejadas y que han estado también con muchas dificultades desde muchos ángulos. Bueno, las Hermanas qué vamos a decir… si no fuera por ustedes y otros grupos, por nuestros médicos voluntarios y todos los que colaboran, este hospital no caminaría. Ustedes son, como dijo el Padre, expresión de la ternura de Dios. Trabajando uno cerca de los pobres, y teniendo muchas personas y grupos como el de ustedes, descubren las palabras del Evangelio. Jesús hizo milagros, pero en algún momento le dijo a los apóstoles: ustedes tienen fe, verán que le dicen a una montaña pásate de allí para allá y se va a pasar. Con los años que tengo de vivir entre los pobres, sirviendo a los enfermos y trabajando con gente buena como ustedes he descubierto el grande amor de Dios a los hombres, y he descubierto que los milagros que El hizo en la tierra, los sigue haciendo, pero ya no Él, necesita de nuestras manos, nuestros pies, nuestro corazón, y Él ha hecho en este hospital, muchos milagros. Toda la salud que recuperan los enfermos, dicen “el doctorcito me curó” y yo si sé que el doctorcito los curó, eso es cierto, el trabajo de ustedes, sus conocimientos, su profesionalismo, su generosidad… pero han dejado que Dios a través de ustedes, dé la curación. Así que donde ustedes estén, Él los necesita. En nombre de todos los pobres, muchas gracias, y sigan dejando que Dios a través de ustedes pueda seguir dando la salud, hay cosas que no se expresan, sólo se llevan en el corazón” concluyó.
El Dr. Massimo, con muy buen español, agradeció el festejo: “Disculpen por mi español, tzeltal, tzotzil, tojolabal… ¡imposibles para mi! Agradecemos a todas las Hermanas, a toda la comunidad de Altamirano, y sobre todo a ustedes, que están aquí con nosotros. En estos quince años hemos recibido más de lo que hemos dado… Un particular agradecimiento a Sor Anita, que trabajó junto con nosotros (aplausos) y está en nuestro corazón como en todos. Gracias.”
A continuación una “diana”[i]con marimba, y enseguida, a comer. El menú: el tradicional mole mexicano con arroz y frijoles; al final y como postre, el corte del pastel.
[i] Pequeña pieza musical festiva a manera de homenaje a alguien.